De financiar y operar, a arrancar y eficientar: ¿cómo debe ponerse en marcha un Scrap?
A la espera del Real Decreto que determina el modelo operativo para recolectar, clasificar y gestionar el producto, Cáliz Ebri, responsable de sostenibilidad de EY España, reflexiona sobre los procesos que comporta crear un Scrap.
“Las empresas tienen que cambiar su percepción para comenzar a entender que van a pasar a ser responsables del producto una vez lo hayan vendido”. Con esta afirmación marcó Cáliz Ebri, directora de Innovación en EY España, el segundo webinar de Move! Live, las sesiones informativas de treinta minutos sobre las claves de la sostenibilidad para las empresas de Move! Moda en movimiento.
La directiva de residuos aprobada en 2018 por la Unión Europea pasó a considerar por primera vez el textil como un residuo, lo que cambió el paradigma para las empresas sobre cómo deben gestionar sus productos más allá del momento de la venta. La organización entre las empresas es imprescindible para ello, que ahora deben ahora financiar, operar y eficientar organismos capaces de llevar a cabo estos procesos.
A través del Pacto Verde europeo, la UE comenzó a aprobar nuevos paquetes normativos entre los que se encuentra la normativa de residuos, que son los Estados miembro los encargados de transponer de manera local en cada país. La responsabilidad última, sin embargo, recae en las empresas, que deben decidir la forma en la que gestionar este residuo, explicó ayer Ebri, o solos o acompañados.
Las empresas pueden escoger si gestionar el residuo de manera individual o colectiva, a través de un Scrap
Aunque existen países en los que las compañías llevan a cabo este proceso de manera individual, lo que se conoce como Sirap, en la mayoría de los territorios en los que ya se han implantado normativas de esta naturaleza se ha optado por un sistema colectivo, conocido como Scrap. “Estos sistemas diluyen la responsabilidad, trabajan de manera colectiva y, por norma general, sin ánimo de lucro, con el objetivo de ser lo más rentables posibles y minimizar así los costes”, continuó Ebri.
Para Ebri, el primer paso en la creación de un Scrap pasa por financiar y comenzar a operar la organización. Las empresas deben ser capaces en primer lugar de acceder al residuo de nuevo, que ya no está en su poder sino en el de los ciudadanos, para lo que hace falta instalar sistemas de disposición de ropa usada, como contenedores. Este residuo deberá entonces recogerse y clasificarse en plantas especializadas para decidir si puede todavía utilizarse o, por el contrario, ser reciclado.
Toda esta logística inversa estará financiada por ecotasas pagadas por las mismas empresas. Aunque el sector de la moda en España aún debe esperar al Real Decreto que establecerá las características normativas concretas para el país, Ebri prevé, en base a otros modelos europeos ya en marcha, que los pagos se harán de forma anual y en base a lo producido durante el ejercicio anterior.
La moda todavía está a la espera de la trasposición del Gobierno, a través de un Real Decreto, antes de conocer el modelo operativo exacto.
La segunda fase para un correcto funcionamiento del Scrap pasa por empezar a operar y, con el tiempo, eficientar y sofisticar el sistema. Establecer los criterios de entrada al Scrap, la cifra exacta de las tasas o educar al consumidor para que se acostumbre a reciclar el residuo textil e, incluso, cambie su forma de consumir, son algunos de los retos a los que deberá enfrentarse cada Scrap en esta segunda etapa.
A pesar de que la normativa en España todavía está pendiente de publicación, Ebri instó a las empresas a “hacer una reflexión inicial sobre cómo impactará esta normativa en su modelo de negocio para así poder adelantarse a la carga financiera y organizativa que va a suponer”. El Real Decreto sobre la gestión de envases, añadió la experta, que ya afecta al sector del plástico, es un buen espejo al que puede mirar la moda para intuir cuáles serán las normativas específicas.
“Cada país debe adaptar las normativas europeas a las características del territorio, que varían en términos de infraestructura o consumo de la población”, continuó Ebri. Francia, el país dentro de la UE con un sistema de recolección y reciclaje más avanzado, podría ser un buen punto de partida para que las empresas de moda españolas miraran un ejemplo a seguir, apuntó la experta, aunque no necesariamente un modelo a seguir a largo plazo.
Actualmente en España coexisten dos Scraps, uno que agrupa a los principales operadores de moda, la Asociación para la Gestión del Residuo Textil y el Calzado, y otro especializado únicamente en el calzado, Gerescal. En un modelo ideal, sin embargo, cada país debería contar con más de un Scrap que escoja y adapte su funcionamiento según le convenga, finalizó Ebri.